03 julio, 2006

La nostalgia del adiós anticipado

Fue un fin de semana triste. Nos fuimos de la Copa. Siamo fuori. Y además se suspendió la fecha. No tenía ganas de escribir, pero la hinchada de Salió Clarín reclamó seguir la costumbre de los comentarios domingueros. Le doy el espacio a Victor Hugo Morales, que publicó ayer en La Nación esta perlita

La nostalgia del adiós anticipado

Había una herida en el cielo en el momento que Ayala iba a patear ese pobre penal. Una estirada mancha roja sobre el horizonte de la tribuna que cuando la pena alzó la vista pareció un mensaje anticipado del final. La Argentina, abandonada por el sol de la victoria que merecía, entraba al cono de sombras de los reproches, la bronca y el fastidio, todos compañeros de viaje de la derrota, aun si es injusta.
Messi y Riquelme, ambos sin jugar, fueron los destinatarios de los primeros pensamientos y, con ellos del brazo, José Pekerman. Perplejo y pálido, el entrenador supo de inmediato la distancia cruel e irracional que separa el reconocimiento por el excelente planteo del partido -un tributo que ya no le será concedido- del castigo impiadoso de los que no pueden digerir un resultado sin culpables. Un tiro suave y anunciado, una lágrima anticipada, sustituyó el remate violento y seco que se espera de un zaguero central a la hora de un penal, de la misma forma en que el "no sabe nada" se entronizó en el lugar de los elogios que ahora mismo se estarían leyendo y escuchando.

No es ético separar con esa brutalidad los argumentos. Aunque haya que lidiar con errores observados antes, la ausencia incomprensible de Messi, la presencia inconveniente de Cruz, la continuidad exacerbante de Riquelme, los cambios realizados, el paso atrás despues del gol y la elección de Ayala en la definicion, la Argentina perdió por un par de penales mal pateados ante un arquero que tenía una determinación muy superior al argentino. Pero antes, durante ciento veinte minutos, las camisetas azules persuadieron a los alemanes de una superioridad que fue el reflejo de un plan irreprochable de tenencia de la pelota -aun en detrimento del espectáculo- de actitud, de espacios bien cubiertos. Muertos de miedo por ese trámite ilegible,los teutones llegaron al empate desde una declaración de principios que debería abochornarles, mucho más que lanzarlos al festejo de sus cantos guturales, eructando las cervezas bebidas entre el pasmo y el desconcierto.

Es esa imagen la que mortifica. La demostración de que nacieron en Argentina los mejores jugadores que en cantidad pueda reunir equipo alguno, tal vez incluyendo a Brasil. Aun con las discrepancias del plantel final, además de la rareza que para todos significó que el mejor jugador que tendrá el mundo en breve fuera olimpicamente ignorado, los errores no impidieron desarrollar buenas ideas y algunos convincentes partidos. Era Aimar por Riquelme, era Tevez por Crespo, era Messi desde el principio. Es verdad. Pero si Riquelme hubiese soltado la pelota hacia Crespo en la contra que manejó con el partido 1 a 0, hubiese caído sobre los atribulados alemanes una golpiza similar a la que destruyó a Serbia. ¿Y qué estaría usted leyendo ahora? No obstante esa certeza, los desaciertos existiron y la oportunidad de poner a la mediocre Alemania de rodillas fue desaprovechada.

La Argentina pudo estar aun mejor integrada, llevar hasta la humillación la supremacía de su técnica. Pekerman abusó de ls buena estrella que le adjudican, la sometió a una exigencia que ningún ángel de la guarda podría aguantar. Fue subiendo la apuesta de ganar con los suyos, y apenas declinó con Saviola ante las evidencias que estableció el partido con México. Las mismas que quedaron flotando con respecto a Messi. Pero Messi, no. Era abdicar demasiado, pensó José.
Una pena, porque tan ganable como Alemania se presenta el propio Mundial, mediocre, receloso, sin un solo equipo que se pueda poner arriba de la Argentina. Un par de penales no le quitan, de todas maneras, su prestigio mundial. La Argentina, los jugadores que le nacen, el alto aprecio que se le tiene, se van sin menoscabo. Por Alemania, el cielo no hubiera expuesto su desgarro, con esas ganas que tenía de quedarse así, nublado, en su nostalgia de adiós anticipado.

2 comentarios:

Javier Gonzalez Burgos dijo...

si, y ahora
italia-francia
que aburrido.
de que sirvió bancarse un millón de veces la publicidad de yogurísimo?
y la insoportable de quilmes?
terminando un monólogo infinito, inacabable a los gritos.
Hoy portugal mi país favorito.
game over.

Lo terrible de un mundial no es perderlo, sino que pasen 4 años hasta uno nuevo.
El fútbol te envejece.semillas de girasol para todos,
pago yo.

Anónimo dijo...

jajajajaja