La T tenía una linda oportunidad para volver a sumar de a tres. Jugábamos contra Juventus, que venía abajo, antes de enfrentar a tres de los punteros. Pero estamos desarmados, amigos. Agradecimos poder juntar 11, y que nos alcanzó con una buena arenga en el entretiempo para corajear con actitud y confianza para empatarlo y rescatar un punto. Pablo, Santi y el Perro, los puntos más altos.
Sendón - vestido de civil y técnico - marcó eso en el descanso, y dió una arenga tan sencilla como efectiva. Y Temerosos fue otro en la segunda mitad. Los jugadores de mitad de cancha ganaron en confianza, y salieron jugando siempre, en muchos casos apilando rivales. Santí jugó e hizo jugar. La figura de la cancha, Pablo, tuvo un par de fintas antológicas, y el Perro se hizo abanderado de la corajeada, y con la 10 (será la camiseta?) jugó siempre preciso por abajo. Lucho de un lado y Lea por el otro, volantearon siempre con profundidad, llegando al área para meter centros que no se conectaban o pelotazos que se iban por arriba. La defensa se ordenó con tres atrás, al ritmo del Bata acompañado de dos laterales guardianes del honor. Primero se lo perdió Fede de cabeza increíblemente abajo del arco, y luego el arquero le tapó dos mano a mano a Lucho y Santi. Hasta que Juan inventó un penal que el arbitró compró. La pidió el Perro, con decisión y presteza, y definió tranquilo, con categoría, pegadita al palo izquierdo.
Los últimos 15 fueron de ida y vuelta. Ellos se dieron cuenta que lo perdían y reforzaron el medio, pero dejaron un pichero arriba que corria y nos obligaba a estar atentos. Fuimos y fuimos por más, pero hasta ahí llegamos.
¿Vale festejar este empate? ¿Sirve para algo el punto, si seguimos dando vueltas por la mitad de la tabla? ¿No había que ganar sí o sí? Las respuestas varían antes y despues del partido de ayer. Porque esta claró que era una linda oportunidad para sumar de a tres. Pero es lo que hay. Por el espíritu y la confianza demostrada en el segundo tiempo, sirve para sumar, si no muchos puntos, sí ánimo y entereza para saber que estamos vivos. Y que cuando nos mojan la oreja, todavía saltamos.