22 marzo, 2016

Semblanzas de la vida temerosa

Ya le habían hecho un penalón al Hippie. Todavía andaba desparramando sus huesos por el área, cuando a lo lejos vi al Fede ya paradito el punto del penal, la pelota en brazos, adueñado de la sentencia y de la circunstancia de torcer la historia de un partido que había arrancado chivo. Sereno, inconmovible, el hijo de Odín miraba hasta con cierto desdén lo que quedaba del hippie y las últimas protestas. 

Hubo sí, cruces de miradas, susurros de temor, muecas de cierta incredulidad. Pero nadie le desafió la chance, ninguno osó discutirle la decisión. 
- "En este momento es más que nunca Capitán Frío", se me ocurrió pensar.
Vi que el Perro se había parado atrás del arco esperando la foto del gol y tuve el presagio de lo funesto: ya sabemos la relación Perro-penales.

Pero el Fundador estaba para otra cosa. Ningún destino iba a ser diferente de volver a mojar ese sábado, encima en Don Pedro. No iba a haber nadie entre él y la red y el grito desahogado para festejar el empate de la T. Trotó suave y ni le hizo falta torcer el cuerpo para mandarla al otro lado de un arquero seguramente intimidado por su pinta de vikingo progre.



Que lindo es el fútbol, nene!

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