13 enero, 2012

En tortuga, sin escalas

La frase la tiró uno de esos amigos de hace una veintena de años, como al descuido, en uno de los tantos chats perdidos de estos días, cuando la T no suele ser noticia porque no hay fútbol, en el paréntesis obligado del verano.

Me hizo reír. Me reí solo de la ocurrencia con una mueca apenas, como festejando mas la ocurrencia de la sabiduría callejera que el chiste que encerraba. Cuanta razón tenia!

Después de más de 20 años, ya parece imposible pensar ese tipo de cosas, y en los momentos y sobre todo de las personas menos pensadas, surgen rumores de abandono. Y tras cartón, fútiles justificaciones. Que faltan códigos futboleros (¡!??), que no la paso del todo bien en la T, que aunque armemos otro equipo la amistad va a seguir afuera de la cancha. Otra vez, como una repetición boba, los mismos argumentos que denuncian la falta de espejos. Otra vez la perorata inútil de los objetivos deportivos, de los logros, de la pelea por el campeonato, argumentos que de tan previsibles y carentes de sentido provocan cuanto menos bostezos.

- Minga!

- Al carajo…

- No entendieron nada…

- El que se quiere ir que se vaya a campeonar, nosotros sigamos siendo amigos y comiendo asados juntos

Fueron algunas de las expresiones que felizmente pude escuchar de los viejos de la T cuando empezó a rodar el corrillo del abandono. Las cosas, afortunadamente, seguirá siendo como siempre. Nadie, nadie, nadie, nunca, es indispensable. Y nuestros objetivos, 22 años después, siguen bien claros. Mas claros que nunca. Son los objetivos que nos hicieron tener siempre puertas abiertas a todos, los que hacen que casi no existan derechos de piso en nuestro equipo, los que nos permiten ser horizontales, desplegar la confianza a nuevos amigos cada año. Nos recontra sobran los ejemplos de muchísimos equipos que compraron el paquete de la competitividad deportiva y acabaron desperdigados y errando por ahí.

Después de recalcular, hasta de pensar fugazmente en reemplazos y otra formulas mágicas para disimular posibles futuras ausencias, la frase de mi amigo - viejo en pagar camisetas, marcar goles, hacer asados y ser fiel a los colores desde que lo conozco - cerró cualquier discusión:

- “El que se quiera ir, que se suba a una tortuga, y que se vaya despacito a la concha de su hermana”

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